EL BALCÓN DE LOS DIOSES
Los nuevos vecinos de Benicassim y sus villas, eran el exponente de la sociedad elegante de la época. Replicaron en Benicàssim, los lugares donde se engendró el turismo del momento, en usos sociales, en arquitectura y también en su entorno urbano. Cambió así el urbanismo de la localidad. Se crearon los primeros jardines y se plantaron árboles para sombrear espacios donde pasar las tardes de verano a la fresca. Se construyeron los primeros malecones, germen del paseo marítimo. Se instaló el alumbrado más moderno del momento, con focos de soetileno; e incluso se contrataron vigilantes nocturnos para tranquilidad de las familias burguesas.
En todas las villas había un nutrido plantel de personas al servicio de los señores. En cada villa había chofer, mayordomo, doncella, cocinera, 2 pinches, camarera y guardés. Todos ellos tenían una vivienda separada dentro de la misma parcela y el guardés, residía allí todo el año.
Villa Pilar, Villa Victoria, Villa Davalos, Villa María, Villa del Mar, y un sinfín más se asentaron como una divina fachada litoral bañada por las tibias aguas del Mediterráneo, en lo que se denominó en la época, “el balcón de los dioses”.